Pintura de Maíno, elaborada entre 1634 y 1635, que representa la Recuperación de Bahía en 1625 por la flota hispano-portuguesa de D. Fadrique de Toledo. Estaba destinada al Salón de Reinos del Casón del Buen Retiro, donde se situaría en lugar muy preeminente. La iconografía es cuidada y muy novedosa. Delante de un fondo que representa la Bahía de Todos los Santos, con la ciudad de Salvador en lo alto de una colina, se representan varias figuras, con intenso colorido. En primer lugar aparecen destacadas las víctimas de la guerra, con una posible alegoría de la caridad. Los habitantes de Salvador regresan a la ciudad, después de su huida tras la conquista holandesa. Detrás, los holandeses piden clemencia al Almirante D. Fadrique que les muestra un tapiz en el que Felipe IV es coronado con una corona de laurel que portan el Conde-Duque de Olivares y la diosa Minerva (o Niké, representación de la victoria, según otros). En el suelo yacen pisoteadas las alegorías de la Herejía, el Furor y el Fraude. El tema del tapiz fue tomado por Maíno del momento final de la pieza de teatro de Lope de Vega, El Brasil restituido, de 1625, dándole otro contexto. En la obra de Lope la escena se producía en el interior de la Cámara de Bahía. La pintura, tanto por su calidad, como por su novedosa iconografía, ha sido reproducida una y mil veces en las obras de historia referentes a este periodo y podemos decir que, por si sola, es el símbolo de la pertenencia de Brasil a la Monarquía Hispánica. 

J. Manuel Santos.